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lunes, 26 de mayo de 2025

CAPÍTULO 18. EL CONVENTO DE ZARAGOZA Y EL RETRATO ATRIBUIDO A FRAY AGUSTÍN LEONARDO DEL MAESTRO MOLINA EN CARENAS (+1634)

El convento de San Lázaro de Zaragoza


Según fray Diego Murillo[1] señala en su obra de 1616, la fecha de la fundación del convento de San Lázaro coincide con el año de 1224, siendo el tercer convento en antigüedad de Zaragoza, fundado cinco años después de los conventos de Santo Domingo y San Francisco. Destaca Murillo entre sus posesiones una imagen de Nuestra Señora que pintó el Evangelista San Lucas, una cabeza de San Zenón mártir, una custodia y un cáliz, donados por el rey fundador don Jaime. Destaca que está en un sitio muy agradable, fuera de Zaragoza, y junto al río Ebro "cuyas corrientes bañan algunas veces (se refiere a cuando hay crecidas) las paredes del cerco de la huerta; pero no corre peligro de inundación, por estar en puesto algo elevado". Lejos quedaba el año 1643 cuando una enorme crecida del Ebro sobrepasará el terreno, inundando gran parte del convento, y obligando a su comendador fray Juan de Molina[2] a evacuar a los frailes. A continuación figura la autora en el Museo Diocesano de Zaragoza delante de una vista antigua de Zaragoza de 1563, con el convento de San Lázaro, localizado en la parte inferior de la imagen.





La siguiente vista inédita del convento de San Lázaro, que se encuentra en el archivo de la biblioteca del Monasterio del Puig[3], fue facilitada por su responsable el mercedario fray Manuel Anglés. Se trata de un dibujo-acuarela realizado por Fr. Ramón Lisbona desde el puente de Piedra en 1835, momento en que se produjo la desamortización, con un asalto al convento con monjes asesinados y otros huidos, como el padre Lisbona.

 



 

 

 

A continuación figuran unas imágenes del Balcón de San Lázaro, que contiene los restos del convento de San Lázaro de Zaragoza.




El mercedario fray Juan de Molina

El cronista de la Orden de la Merced fray José Garí y Siumell [4] resume así la vida del fray Juan de Molina: “Este venerable religioso, cuya vida y prodigios escribió el P. Neyla y otros escritores nuestros, nació y fue bautizado el día 28 de octubre 1579 en la villa de Carenas en Aragón. En su infancia hizo presagiar la eminente virtud que practicó toda su vida, siendo amado de todos por su docilidad, pureza de costumbres y afición al retiro de su casa. Con tan buenas disposiciones vistió el hábito en Calatayud a los 17 de octubre de 1596. Estudió Artes y Teología, enseñando después estas facultades y adquiriendo los grados de justicia y maestro. Fue comendador de Calatayud, de Pamplona y de Zaragoza, cuyas comunidades gobernó con grande observancia, prudencia y buen ejemplo. Hizo dos redenciones, una en Túnez el año 1633, y otra en Argel en 1639 siendo provincial de Aragón, en las que rescató 227 cautivos; a su regreso le nombraron otra vez comendador de Zaragoza. Toda su vida fue humilde, apacible, compasivo, retirado, estudioso, obediente, pobre, casto, y de una extraordinaria mortificación y penitencia, captándose por estas virtudes y su saber el respeto y la estimación de todos. Predijo la hora de su muerte dichosa que acaeció el día 20 de diciembre de 1652, quedando su cuerpo hermosísimo y flexible; viéndose al momento de su tránsito luces como estrellas sobre su celda, que subían y bajaban. En la vida de este venerable se refieren cosas maravillosas y notables prodigios”.

 

La principal hagiografía sobre el venerable fray Juan de Molina y Entrena. Fray Francisco Neyla (1698) que tomó el hábito en el convento de San Lázaro en 1648 de la mano del entonces comendador fray Juan de Molina, realizó la principal hagiografía sobre el venerable Molina. Su manuscrito, por el momento desaparecido, sobre Los hijos del Real Convento de San Lázaro, fue resumido por Fr. Antonio Bernal del Corral para su publicación en 1698. El padre Molina, cuyo retrato localizado en la ermita de Santa Ana de Carenas figura a continuación, fue el mercedario más destacado del convento de San Lázaro de Zaragoza debido a diversos hechos prodigiosos. Fray Francisco Neyla[5] en su historia sobre el convento de San Lázaro no le menciona. Sin embargo, en la parte referida a los "Hijos Ilustres" del Real Convento, Neyla dedica 62 páginas a Fr. Juan de Molina, cuyo Capítulo 36 se titula "Vida, y Prodigios del V.P.M. (Venerable Padre Maestro) Fr. Juan (pone Iuan) Molina". Destaca Neyla: "Aunque este gran siervo de Dios (el padre Molina) no perteneció al asunto de este libro, donde solo fue el intento tratar de los hijos de esta Real Casa de Zaragoza, por serlo de la de Calatayud el V.P.M. Molina; pero si bien se atiende como no solo tratamos de los hijos, sino también de todo lo que es glorioso ilustre del Convento; no es fuera del caso referir la prodigiosa vida de este Varón santo, cuando casi toda ella la pasó en esta Casa, y fue Zaragoza el hemisferio, donde lucieron sus virtudes y milagros. Más de doce años fue Comendador de este Convento, que también fue su habitación en el tiempo de Prelado superior; y así aunque no le reputa por hijo, lo venera por amoroso Padre, y singular bienhechor, pues fue la columna que lo mantuvo constante contra los recios combates de siniestra fortuna, que padeció en su tiempo y veremos después".

 
 
Retrato del venerable fray Juan de Molina
Ermita de Santa Ana, Carenas (Zaragoza)
 

 

Mientras fray Juan de Molina fue bautizado en Carenas en 1579, fray Agustín Leonardo fue bautizado en Tarazona en 1591. Molina era 12 años mayor que Leonardo. Cuando Leonardo toma el hábito en Tarazona 1609 ya hacía 14 años en 1596 que había tomado el hábito Molina en el convento de Calatayud donde en 1612 ya era Presentado.

 

Según el padre Neyla: "La austeridad y rigor con que trataba a su cuerpo, para que no se rebelase contra las leyes del espíritu, era muy grande. El sueño era muy poco, y de ordinario sobre una tarima. Los ayunos frecuentes, y tanto, que todos los Miércoles, Viernes, y Sábados ayunaba a pan, y agua. Los demás días comía las yerbas, o legumbres, y dejaba de ordinario la pitanza. Sobre las disciplinas de Comunidad tomaba muchas en el retiro de su Celda, de cuyo rigor era testigo la sangre que derramaba. No era parte para templar sus penitencias el quebranto de salud con que vivía; porque mirando con implacable enemistad al cuerpo, no quiso concederle treguas, porque alguna vez no se atreviese contra el espíritu. Siempre vistió lana a las carnes, y aunque sobre esto solía dispensar con legítima causa con sus súbditos, no usó consigo de dispensación siendo muy graves sus achaques. Sobre todas estas austeridades añadía las de frecuentes cilicios para que por todas partes tuviera el Alma sacrificio que ofrecer de la víctima del cuerpo, según el consejo de San Pablo".

Respecto al siguiente cuadro de san Pedro Nolasco localizado en la sacristía de la parroquia de Santiago de Sangüesa, inicialmente atribuido a fray Agustín Leonardo, en cuyo convento mercedario fue comendador en 1636, presenta similitudes con el retrato de fray Juan de Molina y Entrena, por ejemplo, en los pliegues del hábito mercedario, el escudo, la identificación en la parte superior o el detalle de las manos. Como comenté en el Capítulo 17, consultada la investigadora Rebeca Carretero Calvo de la Universidad de Zaragoza, para conocer su opinión, apreció más parecido con un cuadro de san Pedro, realizado por el hermano de fray Agustín Leonardo que era también pintor y se llamaba Francisco. Ambos fueron formados por su padre, el pintor Agustín Leonardo “El Viejo”.

 


Cuadro de san Pedro Nolasco, sacristía de la Parroquia Santiago de Sangüesa

 

En el siguiente detalle de las manos de fray Juan de Molina, se aprecia en la mano derecha las disciplinas, unas cuerdas para azotar con unos nudos, e incluso ciertas manchas de sangre en las mismas, como señal de su uso.

 




En la siguiente imagen se aprecia un primer plano del rostro del padre Molina con su enigmática sonrisa y mirada, con sus ojos grises, que quizás eran verdes o azules, que nos persigue desde cualquier punto que miremos su retrato. En su aspecto destaca la tonsura en su cabeza, con el corte rapado en forma circular en la parte superior, como signo de renuncia al mundo y adopción del hábito, su bigote y perilla, las arrugas de su frente y las mejillas marcadas, quizás por el ayuno a que se sometía.

 



 

Como enfatiza el padre Neyla "las ansias santamente impacientes con que se arrebataba su corazón ardiente eran con frecuencia, especialmente los últimos años de su vida, cuando cansado de ella, como de estorbo para unirse a su amado, con lazo indisoluble, solía repetir los afectos del Apóstol, deseando desatarse de las prisiones del cuerpo para vivir con Cristo. De aquí le procedían los éxtasis y arrobos, que con mucha frecuencia padecía: los cuales aunque de ordinario pasaban en el retiro de su celda, más como por ser sordo y Prelado no podía cercarse, muchas veces lo hallaron en profundos arrobos".

 

La ermita de Santa Ana la Vieja, donde se encuentra el retrato d fray Juan de Molina, data del siglo XV o XVI, pero no será hasta mediados del XVII cuando se construya la gran ermita, seguramente una de las más grandes de la comarca de Calatayud, puesto que tiene dimensiones de iglesia parroquial. Con su construcción los de Carenas estaban proclamando su independencia de los monjes del Monasterio de Piedra.

Según la historia del Cristo de la Langosta[6], la ermita se amplió en 1654 y se dedicó a Santa Ana y al Cristo de la langosta en 1655. Su planta es de cruz latina y se adosó perfectamente a la anterior construcción, de la que actualmente sólo queda la sacristía. A los pies del crucero conserva un coro alto, también del XIX. Tiene tres capillas interiores, aparte de la sacristía ya citada y se remata con bóvedas de lazo. En el centro del crucero hay una gran cúpula a la que da luz una linterna. El retablo mayor fue realizado en 1678 por el escultor Bernabé Jauregui, es barroco y está dedicado a Santa Ana.

Destaca el retablo del Cristo de la Langosta, al que se atribuyen numerosos milagros, y el retablo de la Virgen del Carmen, del siglo XVIII, neoclásico. El retablo del mercedario San Ramón Nonato es muy interesante, del XVII, como también son de ese siglo la Divina Pastora, la Sagrada Familia, el de la Inmaculada y, seguramente, el de San Isidro. La escultura del San Sebastián romano es una buena talla. Con posterioridad, en el siglo XIX, se le adosó al crucero el cuerpo de campanas. Las campanas llamadas del "Cristo de la Langosta" (1840), de la "Asunción" (1882) y "Campanillo", fueron fundidas en Sigüenza por Colina y Quintana. En las siguientes imágenes se aprecia la ermita de Santa Ana.

 




 

 

La capilla dedicada a San Ramón Nonato está presidida por el retrato de fray Juan de Molina, como se aprecia en la siguiente imagen. No puede ser casualidad que delante de esta preciosa capilla mercedaria, se encuentre un venerable tan destacado para Carenas. La cuestión es cómo llegó el cuadro a la ermita de Santa Ana y quién encargó dicho retrato, muy realista.

 



La capilla de San Ramón Nonato y el retrato del padre Molina

Ermita de Santa Ana de Carenas

 


En la parte superior del retablo de San Ramón Nonato apreciamos la imagen de San Blas de Sebaste, mártir cristiano. El retablo está presidido en el centro por San Ramón Nonato con vestiduras de cardenal. San Ramón Nonato (Portel 1204 - Cardona 1240) fue un religioso mercedario denominado "no nacido" porque fue extraído del útero de su madre por cesárea después de que ella hubiese fallecido. El conde de Cardona, Ramón Folch, que era el padrino, ayudó en el nacimiento. Se ordenó en 1222 y viajó como redentor a África donde se quedó como rehén para cumplir el cuarto voto de los mercedarios. Estando cautivo, sus carceleros musulmanes lo martirizaron perforando sus labios con hierro candente para colocarle un cerrojo en su boca e impedir que predicase. Fue rescatado en 1239 y a su regreso a España el papa Gregorio IX le nombró cardenal, pero murió de camino en Cardona. Le atribuyeron muchos milagros y fue canonizado en 1657, celebrándose su festividad el 31 de agosto. En la parte inferior encontramos representadas a la derecha el nacimiento de San Ramón Nonato y a la izquierda su predicación.

 

En las imágenes siguientes se aprecia el estado, muy deteriorado, del cuadro de fray Juan de Molina antes de la restauración, tomadas en marzo de 2012 en la ermita de Santa Ana de Carenas, con detalles del rosto, manos e inscripción. El texto de la inscripción, indica por error 76 años en lugar de 73, por otro hermano llamado Juan nacido tres años antes y fallecido.

 

 


 

 

Destaca el escudo o escapulario Mercedario en su pecho, la Biblia o libro de oraciones en sus manos, y la disciplina en su mano derecha. No figura el nombre del autor del cuadro (tampoco en la parte posterior). Sobre la vestimenta mercedaria que lleva fray Juan de Molina, destaca su color blanco. Tal como señala Fr. Guillermo Vázquez[7] en las Constituciones primitivas (Lemosinas de 1272) se indicaba: "Los vestidos de los frailes sean de lana y blancos, y en la capa y en el escapulario lleven la señal de la Orden (en el siglo XV se mandó que llevara la señal en la capa o en el escapulario); la gonela (túnica o saya) sea redonda y las calzas sin peales (escarpines), y bragas de lino; lleven los zapatos templeres. No lleven guantes de cuero ni cuchillos con punta. Vestidos y ceñidos duerman cada uno en su lecho, si puede hacerse".

 

La Cofradía del Cristo de la Langosta de Carenas que se remonta a 1604, cuya capilla confronta con la capilla mercedaria de San Ramón Nonato, encargó la restauración en 2012 del cuadro de fray Juan de Molina. En la historia del Santo Crucifixo de la Villa de Carenas destacaba el siguiente relato: "Caminó a Carenas, por si hallaba allí alguno, que comprase la S. Imagen: lo halló aquí, pues viéndola el Licenciado Mossen Juan de Molina, Coadjutor del Vicario de Carenas, la compró, y teniéndola en su casa, mientras vivió, deseando su culto público, la dejó en su Testamento a dicha Ermita (Santa Ana), que por entonces se ampliaba: sucedió esta donación en el año 1654. Y la Ermita se dedicó en el de 1655”. La restauración fue acordada por los cofrades en septiembre de 2012, tras la celebración de la misa anual del Cristo de la Langosta en la ermita de Santa Ana. En ese momento pensábamos que el donante del Cristo y fray Juan de Molina eran la misma persona, pero luego resultaron ser familiares. Se encargó el trabajo al conservador de arte de Zaragoza Isaac González Gordo, que terminó la restauración con la devolución del lienzo a su lugar original el 20 de diciembre de 2012, justo 360 años después de la muerte de fray Juan de Molina en el convento de San Lázaro de Zaragoza. Las siguientes imágenes corresponden al retrato restaurado, con detalles de su rostro, manos e inscripción. También figura un breve video.

 



 

 


Extractos del informe de Isaaac González Gordo [8] sobre la restauración del cuadro de fray Juan de Molina en 2012.


Ubicación (p.2)

El lienzo de Juan de Molina y Entrena permanece expuesto, de forma permanente, frente a la capilla del Santo Cristo de la Langosta, en el lateral izquierdo de la nave de la Ermita de Santa Ana, ubicada en el municipio de Carenas.

 

FICHA TÉCNICA GENERAL

OBRA: Lienzo de Juan de Molina y Entrena

AUTOR: Desconocido

GÉNERO: Religioso

ÉPOCA: En torno al año 1.652

TIPO DE OBRA: Pintura de caballete

SOPORTE: Lígneo y textil (pino y lino)

TÉCNICA: Lienzo ejecutado al óleo

DIMENSIONES:

  Lienzo: 96 x 78 cm

  Marco: 113,5 x 94,3 cm.

LOCALIZACIÓN: Ermita de Santa Ana. Carenas (Zaragoza).

LEYENDA: VERDADERO RETRATO DEL VENERABLE I SIERVO DE DIOS EL/ MUI REV,DO PADRE MAESTRO FRAI JUAN MOLINA MURIO A 20,/ DE DECIEMBRE AÑO 1652, DE HEDAD DE 76, AÑOS,

 

Iconografía (pp. 4-6)

            La iconografía del lienzo de Juan de Molina y Entrena se identifica claramente con el personaje analizado. Se trata de un retrato de medio cuerpo, donde aparece el fraile en un primer plano luciendo los ropajes propios de la Orden, y sujetando distintos elementos que le identifican con ella. Al mismo tiempo mantiene una mirada firme clavada en el espectador, con un semblante serio y sereno.

            El primer atributo con el que se le relaciona de una forma clara es el escudo de los mercedarios prendido en el centro de su hábito. Actualmente encontramos multitud de formas y expresiones artísticas, donde aparecen los distintos elementos que lo componen. El primer elemento es la Cruz blanca sobre fondo rojo, cobijada en la parte superior que nos informa de la labor redentora de Pedro Nolasco en el momento de su fundación. Se trata de la cruz de la Catedral de Barcelona regala el obispo Berenguer de Palou a la Orden, como gesto de apoyo por la labor ejercida.

            El segundo elemento son las barras rojas y amarillas, ubicadas en la parte inferior del escudo que se identifican con la Corona de Aragón. El rey Jaime I colabora intensamente con la Orden de Nuestra Señora de la Merced, de ahí que a menudo se represente el escudo mercedario con corona real.

            Se puede decir que el escudo mercedario provocado un profundo sentir de la libertad, lo que se relacionaría con la labor ejercida por Juan de Molina y Entrena en sus viajes destinados a la liberación de cautivos.

Aspectos artísticos (pp. 6-7)

            En lo que se refiere a consideraciones artísticas, comenzaremos comentando que se establece una composición piramidal, a la vez que sencilla debido a la ausencia de otros personajes. Juan de Molina aparece en el centro de la composición, ocupando gran parte de la superficie pictórica. Sobre él, vemos una leyenda que dice: VERDADERO RETRATO DEL VENERABLE I SIERVO DE DIOS EL/ MUI REV,DO PADRE MAESTRO FRAI JUAN MOLINA MURIO A 20,/ DE DECIEMBRE AÑO 1652, DE HEDAD DE 76, AÑOS,

            Esta leyenda corrobora parcialmente la información encontrada sobre la vida de Juan de Molina, y nos aproxima a la datación del lienzo, aunque existe una diferencia de tres años entre la documentación encontrada y la fecha plasmada en el lienzo.

            En cuanto al tratamiento pictórico observado, hay que mencionar el contraste entre zonas bien trabajadas donde se consigue un efecto de volumen y otras zonas que carecen de volumen propiciando planos sin profundidad. Así mismo existen dos manos a la hora de realizar la pintura, digamos que la primera mano sería la mano del maestro de taller que llevó a cabo las carnaciones (rostro y manos) al ser las partes más importantes, donde se diferencia un detallismo y un cuidado minucioso de los rasgos del personaje. Concretamente destaca el tratamiento perfilado del cabello, las distintas tonalidades del rostro y manos donde se detectan tímidamente las venas o arrugas, y la expresión realista de la mirada del fraile.

            La segunda mano, se establecería con el ayudante del maestro que llevaría a cabo la recreación de los ropajes con sus dobleces y sus pliegues. En este caso se aprecia una zona de mayor volumen en las mangas, la capucha o la parte inferior del hábito, y otra más plana que se corresponde con la zona central del hábito.

            En cuanto a la gama cromática de la película pictórica, podemos certificar que se trata de una paleta muy austera, cuyo abanico se reduce a las carnaciones (tonos terrosos, grisáceos y rojizos), al fondo de color negro y al hábito del fraile donde se contemplan distintos matices de grises. El punto de color lo añade el escudo de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, donde se perciben tonalidades rojas (bermellón), ocres (tierras) y azules.

            Esta gama cromática va muy relacionada con la luminosidad que muestra el lienzo. En nuestro caso, la figura de Juan de Molina adquiere protagonismo gracias al contraste obtenido mediante el tono claro del hábito y la oscuridad del fondo del segundo plano, este hecho remarca muchísimo la silueta y aumenta la sensación de firmeza.

            También nos hace pensar en un fraile mercedario el hábito color blanco, la tonsura que luce tímidamente en la cabeza, la Biblia que sujeta con ambas manos y el cíngulo que sostiene con su mano derecha, donde se aprecian los tres nudos propios de la Orden.

 

Estado técnico previo (pp. 8-9)

Estructura del lienzo

El lienzo de Juan de Molina y Entrena hace referencia a una pintura sobre lienzo, de tamaño relativamente pequeño (113 x 94 cm), que presenta un formato rectangular y marco dorado y policromado como cerramiento de la obra.

 

Se trata por tanto de una pintura de caballete realizada en su momento para ser expuesta de forma individual sin formar parte de ningún conjunto pictórico o escultórico (retablos).

 

El soporte textil de la pintura responde a un soporte de fibras vegetales, posiblemente se trate de lino y se compone de una sola pieza debido a que el tamaño lo permite, evitando de este modo costuras innecesarias y tensiones internas que puedan propiciar desprendimientos en la capa pictórica. Apreciamos un tejido de ligamento tafetán, presentado un hilo de grueso medio y bastante regular dando lugar a una tela ciertamente tupida. El número de hilos por centímetro cuadrado es de 11 x 12 hilos según la zona analizada.

 

El sistema de sujeción del lienzo al bastidor se corresponde con la colocación de tachuelas de hierro, en la zona interna de los listones.

 

Estructura del bastidor

La pintura sobre lienzo se encuentra sujeta a un bastidor fijo (sin cuñas para tensar) de madera de pino, formado por cuatro listones unidos a encaje español en los ángulos y un travesaño intermedio, colocado en sentido horizontal en la zona central del reverso. Dicho travesaño se incorpora con la intención de reforzar el conjunto evitando la deformación de los listones, y manteniendo firme la estructura. El sistema de sujeción es a media madera con la aplicación de clavos de hierro forjado de cabeza gorda. Este pequeño matiz ya no da una pista sobre la antigüedad de la obra, acercándonos a una fabricación artesana, lejos de una producción industrial.

 

Estructura del marco

El marco presenta una estructura interna similar a la del bastidor. El material empleado es la madera de pino y se compone de cuatro listones ensamblados a encaje español, y unidos posiblemente con el refuerzo puntual de alguna cola fuerte que garantice el agarre de los ángulos. Las dimensiones de los listones que forman el marco en su ancho y profundidad son de 9 x 4,5 cm (galce incluido).

 

 

Estado de conservación (pp. 11-23)

A partir de un primer examen visual, podemos diferenciar que el estado de conservación del lienzo de Juan de Molina y Entrena presenta un aspecto algo deteriorado. Esta deducción la obtenemos mediante el análisis de algunos elementos constituyentes que forman la obra, como por ejemplo el soporte lígneo, textil, la capa de preparación o aparejo preparatorio, la capa metálica (dorado) o la capa pictórica propiamente dicha. En la imagen del restaurador se aprecia una cata de limpieza del rostro.


 

En lo que se refiere a capa pictórica hacemos una diferenciación entre la capa pictórica del lienzo y la del marco. En el caso del lienzo, el estrato pictórico no presenta grandes pérdidas de policromía, sino que más bien se trata de múltiples faltas de carácter puntual localizadas de una forma desordenada por la totalidad de la superficie, concentrándose en mayor medida en la zona de la leyenda y en la parte inferior. Dichas pérdidas dejan entrever la trama del tejido original, respondiendo a un formato de laguna irregular que se ha ocasionado por los levantamientos de dicha capa y su consecuente desprendimiento.

 

Frecuentemente estas pérdidas de policromía van acompañadas por zonas de levantamientos de estrato pictórico que se han originado por distintos motivos. En el lienzo de Juan de Molina y Entrena se advierten fuertes craquelados por la totalidad de la superficie pictórica creados por causas de diversa naturaleza. Concretamente encontramos craquelados provocados por el envejecimiento natural de la película pictórica, que al secarse el óleo y polimerizarse el aglutinante se contrae propiciando tensiones internas que se manifiestan en fisuras sobre la capa pictórica. Esta problemática también viene predispuesta por la molienda del pigmento o la pureza del mismo, así como por el poder secativo del aglutinante, que en este caso se trata de aceite de linaza. Se trata de un factor degradante irreversible que si está controlado no supone un riesgo para la policromía, no obstante, en el anverso del lienzo lo contemplamos de forma muy acusada en la zona central de los ropajes que viste el santo y en los extremos del fondo del segundo plano.

 

En el lienzo de Juan de Molina y Entrena únicamente vemos desgastes de capa pictórica en la zona inferior del lateral derecho de la leyenda, en donde varias letras han perdido algo de intensidad de color. En la imagen del restaurador se aprecia un detalle del estucado de la parte superior.

 


Intervención realizada en el lienzo (pp. 26-40)

Describe el restaurador Gónzalez de forma muy minuciosa todas las actuaciones y pasos que da en la restauración y los materiales utilizados. Propone finalmente también un plan de mantenimiento de la obra.

 A continuación figura Isaac González Gordo, conservador de arte de Zaragoza, durante el proceso de restauración del retrato de Molina.

 



 Aclaraciones de la autora sobre el retrato del venerable fray Juan de Molina

1. Sobre la edad indicada.

Alguien añadió en la leyenda la fecha de la muerte y al revisar en los libros parroquiales de Carenas -para indicar su edad junto a la fecha de su muerte- se encontró con un hijo anterior llamado Juan, de Juan de Molina e Isabel Entrena, que había nacido tres años antes y que falleció, de ahí el error, puesto que tres años después tienen otro hijo al que también bautizan con el nombre de Juan, cuya edad correcta al fallecer era de 73 años. Hay que tener en cuenta que cuando está haciendo el retrato fray Agustín Leonardo desconoce la fecha de la muerte del padre Molina. Por tanto, considero que puede no ser una pérdida de intensidad en parte de la leyenda como indica el restaurador, sino que podría ser un texto añadido posterior que trata de imitar la pintura de la parte superior de la leyenda que identifica a fray Juan de Molina. Como señala el restaurador se aprecia una mayor calidad entre en rostro y las manos y el hábito del mercedario, lo que podría plantear la hipótesis de que otro pintor terminase la obra, añadiendo la parte inferior de la leyenda con la edad y la fecha de la muerte.

A continuación figura la inscripción de bautismo[9] de fray Juan de Molina y Entrena

Según la inscripción Juan de Molina fue bautizado por Mos. Antonio Cortés en Carenas el 28 de octubre de 1579, hijo de Juan de Molina e Isabel (pone Ysabel) Entrena. Fue su compadre (padrino) Juan de Molina mancebo y sus comadres (madrinas) María Soriano y Justa de la Fuente doncellas (pone donzellas).





2. Coincidencias entre fray Juan de Molina y fray Agustín Leonardo.

Fray Juan de Molina y Entrena es nombrado Maestro según consta en su biografía en 1634 y nombrado provincial en 1637. La realización del lienzo se produce probablemente entre 1634 y 1640, cuando desaparecen los datos biográficos de fray Agustín Leonardo, que estaba con el Maestro General Dalmacio Sierra, coincidiendo con fray Juan de Molina como Provincial, en el convento fundacional de Barcelona y al que también realizó un retrato (desaparecido). También, fray Agustín Leonardo fue nombrado comendador de Sangüesa en 1636 y coincide en Navarra con fray Juan de Molina, que era comendador en Pamplona. El padre Leonardo en su cargo de Definidor de1637, coincidió con el padre Molina como Provincial, y tuvo que visitar el convento mercedario de Zaragoza, uno de los más importantes de la Provincia Mercedaria de Aragón, donde fue comendador fray Juan de Molina en varios periodos, y donde falleció bajo un halo de santidad en 1652.

Sobre el misterioso autor del retrato de fray Juan de Molina, mientras investigaba sobre el posible autor del retrato sin firma del padre Molina, siendo el candidato más firme el pintor mercedario fray Agustín Leonardo, descubrí algunos datos desconocidos en la biografía (Carretero, 2005, 151-198) de dicho pintor coetáneo. Por el proceder de fray Juan de Molina que destacaba por el cumplimiento de su voto de pobreza, rechazando bienes que no fueran destinados al convento, era difícil que permitiese pagar por un retrato propio. Sin embargo, si un compañero mercedario y pintor se ofreció a pintar su retrato entonces es factible que accediera. El padre Guillermo Vázquez (1933, 460-461) destaca la obra del pintor fray Agustín Leonardo y menciona su paso por Andalucía, Valencia y Madrid, además de los cuadros realizados en Aragón, en el Monasterio de El Olivar y en el convento de Santa Eulalia de Barcelona. El pintor fray Agustín Leonardo coincide en sus nombramientos con fray Juan de Molina en los mismos territorios. En el Capítulo Provincial de Huesca de 1631 el padre predicador fray Agustín Leonardo fue nombrado comendador de Montblanque (Montblanc, Tarragona). Aunque fray Agustín Leonardo fue nombrado para el periodo 1631-1634, al inicio del siguiente Capítulo figura que asiste como comendador de Montblanc fray Martín Vespín. En el Capítulo Provincial de Barbastro de 1634 fue cuando resulta designado comendador de Sangüesa hasta 1637. Fray Agustín Leonardo fue nombrado para el periodo 1634-1637, sin embargo, al inicio del siguiente Capítulo figura que asiste como Definidor de Provincia. Mientras el pintor mercedario estaba en Sangüesa fue nombrado en 1636 comendador de Pamplona el padre Molina, por lo que estaban a poca distancia y relacionados. En el Capítulo Provincial de Barbastro de 1637 fray Agustín Leonardo de Argensola asiste en calidad de Definidor de Provincia, cuando resulta elegido el padre Molina Provincial de Aragón, Cataluña, Navarra e Isla de Cerdeña. El 29 de mayo de 1637 al ser nombrado Definidor de Provincia es la primera vez que consta con el segundo apellido de Argensola. También hay que destacar que resultó elegido Maestro General fray Dalmacio Sierra, que era el anterior Provincial. En el Capítulo Provincial de Barcelona de junio de 1640 fray Agustín Leonardo de Argensola pide ser expuesto a Presentado de Púlpito y queda expuesto o aceptado, siendo fray Dalmacio Sierra el Maestro General. Fray Agustín Leonardo fue con el Maestro General y el Provincial Molina al convento mercedario madre de Barcelona, donde realizó numerosas obras todas desaparecidas. Entre dichas obras realizó un retrato en 1640 al padre Dalmacio Sierra cuya descripción es la siguiente: "Sigue un pequeño cuadro al pié del arco de enmedio, donde se divisa y media en letras grandes: Fr. Dalmatius Sierra, 1640". En el retrato del padre Molina también figura con letras grandes su nombre. Pudo por tanto en la misma época realizar el retrato del padre Provincial Molina.

 

3. Lugar de realización de la obra.

Es muy probable que el retrato fuese realizado en el convento mercedario de San Lázaro de Zaragoza, al que el padre Molina tenía mucho apego, ocupando el cargo de comendador en varios periodos. La persona que añade o manda añadir la fecha exacta de la muerte, del 20 de diciembre de 1652, conocía que había muerto bajo un halo de santidad en dicho convento y en esa fecha precisa. Según el padre Neyla era el mercedario más destacado en la historia de San Lázaro de Zaragoza, que había realizado dos redenciones de cautivos a Túnez y Argel, además de destacar hechos milagrosos de su vida. El cuadro pudo permanecer en dicho convento hasta el momento de la desamortización en 1835, cuando se produce un trágico asalto al convento, con frailes asesinados, saqueos y la huida los frailes que pudieron como el padre Ramón Lisbona, que terminó en el convento de El Olivar. El padre Molina era de Carenas (Zaragoza) situado cerca de Munébrega, donde había un convento mercedario que desapareció en favor de un gran convento de la Merced en Calatayud. En dicho pueblo aragonés nació la vocación mercedaria no sólo del padre Molina sino de otros mercedarios[10]. Destaca el ilustre fray Joseph Abbad[11], que era coetáneo. También destaca la figura de fray Antonio Lafuente que vistió el hábito mercedario en 1828 y fue el segundo comendador (1881-1884) de la Orden de la Merced en su restauración desde 1878 en el convento de El Olivar (Estercuel, Teruel). En los libros de dos Cofradías de Carenas, la del Cristo de la Langosta y la de Santa Ana, figuran frailes mercedarios, como fray Antonio Lafuente, que es muy probable que retornaran a su pueblo de origen tras la desamortización. Alguno de dichos frailes pudo rescatar el retrato del padre Molina y llevarlo a la ermita de Santa Ana de Carenas, donde se encuentra en la actualidad.

En la imagen figura la firma de Fr. Antonio Lafuente en el Libro de la Cofradía del Cristo de La Langosta en 1855. También figuraba como coadjutor de la parroquia de Carenas en 1867.



 

En el manuscrito inédito descubierto en julio de 2019 en la antigua casa de los párrocos (ya derruida), junto a don Juan Manuel Melendo, párroco de Nuestra Señora de la Asunción de Carenas sobre la Cofradía de Santa Ana de Carenas, figura el mercedario fray Antonio Lafuente y durante un periodo que abarca al menos de 1844 a 1875. Es decir, durante un periodo de unos 30 años está en Carenas. Al producirse la desamortización 1835 los frailes se dispersan y muchos volvieron a sus lugares de origen como le ocurrió al mercedario fray Antonio Lafuente. Gracias al libro de la Cofradía de Santa Ana de Carenas encontrado que abarca un periodo de 1824 hasta 1883, con las cuentas anuales de la cofradía, hemos podido determinar que desde 1844 hasta 1875 fray Antonio Lafuente fue miembro y también cargo en la cofradía. En la siguiente imagen figura el detalle firma de fray Antonio Lafuente en 1849, cuando firma como Coadjuntor de Carenas. Como hemos comentado fray Antonio Lafuente conocía la historia del padre Neyla sobre el convento de San Lázaro y la vida de fray Juan de Molina, que era de su mismo pueblo, y pudo rescatar su retrato en el momento de la desamortización. Años después sería en segundo comendador de la Merced restaurada en El Olivar (Estercuel, Teruel).

 

 



 

4. Autoría del lienzo y otros posibles autores.

Tras numerosos años de investigación en torno a la figura de fray Juan de Molina, donde destaca su carácter austero, donde su única posesión era un pequeño Niño Jesús, su Capitán Divino[12], con el que entablaba tiernos coloquios, el padre Molina no habría permitido pagar por un retrato. Sin embargo, si su compañero mercedario, fray Agustín Leonardo, le propuso hacer un retrato, es muy probable que lo aceptase. También en la biografía del padre Neyla desarrolla los aspectos para iniciar su causa de santidad, que pueden ayudar a corroborar esta teoría.

Otros posibles autores del retrato de fray Juan de Molina. En mi investigación sobre el padre Molina de 2015 mencioné entre los posibles autores del lienzo pintores de cierto prestigio coetáneos de fray Juan de Molina y que tuvieron relación con la Orden de la Merced o presencia en Zaragoza en su época. Destacaban Francisco de Zurbarán, Francisco Lupicini y Jusepe Martínez. La eminencia de fray Juan de Molina, el aprecio que le tenía el arzobispo mercedario de Zaragoza, fray Juan Cebrián, o el mismo rey Felipe IV, y otras personalidades de la nobleza, podrían haber determinado la realización de su retrato para el convento de San Lázaro.Otros posibles autores del cuadro podrían ser Juan Bautista Martínez Mazo o su suegro Velázquez, que estuvieron en Zaragoza con el rey Felipe IV, cuando fray Juan de Molina era comendador de San Lázaro, y muy admirado por el Rey. Los pintores aragoneses de la época de Molina eran Jusepe Leonardo de Calatayud, que murió en Zaragoza en 1656, y el mercedario fray Agustín Leonardo de Argensola que florecía en Zaragoza en 1640. Este fraile profesó en San Lázaro en 1610, era conocido inicialmente como fray Agustín Leonardo de Selma.

 

En la vida del padre Molina destaca que en 1628 el padre general, que era fray Juan Cebrián, le envió como visitador de la Provincia de Andalucía. Precisamente en 1628, la Merced Calzada de Sevilla[13] encargó muchos cuadros, entre ellos una serie sobre la historia de San Pedro Nolasco, al famoso pintor Francisco de Zurbarán (1598-1664). Las fechas coinciden con la visita de fray Juan de Molina a Andalucía, incluyendo su principal convento que era el de Sevilla. Este hecho y algunas similitudes de alguno de sus retratos de mercedarios, como el de fray Jerónimo Pérez, llevaron a pensar que habría podido ser su autor el mismo Zurbarán, pero no podemos tener ninguna certeza. El cuadro del padre Jerónimo (figura como Gerónimo) Pérez se encuentra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, junto con otros lienzos que retratan a monjes mercedarios, como el de fray Francisco Zumel o el de fray Pedro Machado. Estos cuadros, que apreciamos en la imagen, fueron pintados para el convento de la Merced Calzada de Sevilla, ubicándose en su biblioteca. La prestigiosa experta en Zurbarán Dra. Odile Delenda, Consultora del Wildenstein Institute de París, a la que consulté para conocer su opinión sobre el posible autor del retrato, estimó tras revisar la obra, incluyendo la parte trasera del mismo, que debe ser considerado de autor anónimo. Existía una mancha de pintura en la parte posterior izquierda, que podía ser una anotación o firma, pero quedó aclarado que Zurbarán nunca firmaba por detrás.

 



 

Respecto a Francisco Lupicini o Lupicino (Florencia 1590 - Zaragoza después de 1656) fue un pintor italiano afincado en Zaragoza, que realizó las pinturas de retablos importantes como los de la capilla de Santa Elena, de Nuestra Señora del Carmen o del Santísimo Sacramento de la Catedral del Salvador de Zaragoza. Se le atribuyen los retablos laterales de la capilla mayor de la iglesia del convento de San Lázaro, dedicados a San Pedro Nolasco y San Felipe Neri, desaparecidos. Al trabajar en San Lázaro, seguramente tuvo que estar en contacto con su comendador, que era fray Juan de Molina, al que podría haber retratado.

 

El prestigioso Jusepe Nicolás Martínez y Lurbez (Zaragoza, 1600 - 1682) es considerado el pintor aragonés más importante del siglo XVII. Durante su estancia en Roma experimentó con el grabado y por encargo de la orden de los mercedarios, realizó una serie de dibujos para estampas de la vida de san Pedro Nolasco. Fechadas hacia 1625 y grabadas en Roma por Johann Friedrich Greuter, estas estampas servirán de inspiración a Zurbarán años más tarde, para los encargos de la Merced de Sevilla. En 1631 su amistad con Vincencio Juan de Lastanosa le permitió relacionarse con la nobleza y obtener numerosos encargos. En 1634 viajó a Madrid y pudo conocer la colección Real de pintura. En 1642, cuando Felipe IV estaba en Zaragoza acompañado de Velázquez, éste resultó impresionado por la pintura de Martínez y lo recomendó al Rey. Realizó desde 1646 varias obras para la capilla de los Lastanosa en la catedral de Huesca o en la iglesia de San Lorenzo en Huesca. Este prestigioso pintor podría haber retratado a fray Juan de Molina en su etapa como comendador de San Lázaro en Zaragoza. También, realizó el retrato del arzobispo de Zaragoza, fray Juan Cebrián, que apreciamos en la imagen, cuyo original está en el Palacio Arzobispal de Zaragoza.

 


 

Juan Cebrián ©Arzobispado de Zaragoza, Delegación de Patrimonio Cultural




La autora en el Museo Diocesano de Zaragoza
donde se encuentra el retrato del arzobispo fray Juan Cebrián

Respecto a Juan Bautista Martínez Mazo que realizó la Vista de Zaragoza[14] en 1647, o su suegro Velázquez, que estuvieron en Zaragoza con el rey Felipe IV, cuando fray Juan de Molina era comendador de San Lázaro, y muy admirado por el Rey. El Dr. Javier Portús, Jefe del Área de Conservación de la Pintura Española del Museo del Prado, experto en el siglo XVIII, al que consulté, me dio la siguiente opinión respecto al autor del retrato del padre Molina: "hay que descartar tanto a Velázquez como a Martínez Mazo. Se conoce cómo pintaba Velázquez en 1644 gracias al retrato de "Felipe IV en Fraga", y cómo pintaba Mazo en 1645 gracias al retrato que hizo ese año a Baltasar Carlos (Museo del Prado). En ambos casos muestran un estilo muy distinto al de esta obra, que probablemente fue realizada por algún pintor local, como alguno de los del Círculo de Jusepe Martínez".

 

En la imagen figura una reproducción del cuadro a la entrada del Museo Diocesano de Zaragoza.

 





 

Como indican desde el Museo del Prado: el lugar desde donde se pintó fue una galería del desaparecido convento de San Lázaro, que se encontraba en la orilla izquierda del Ebro y cuyos cimientos todavía pueden verse. Todo ello implica cierta altura sobre el nivel del río. Ese emplazamiento tenía la ventaja de que dominaba la fachada más monumental de la ciudad, y permitía incorporar al lienzo muchos de sus edificios principales.

 

En el momento de la realización del cuadro era comendador del convento de San Lázaro fray Juan de Molina, al que el rey Felipe IV quería nombrar arzobispo de Toledo por la gran admiración que sentía. Cargo que rechazó, alegando su sordera, el padre Molina. Al mismo tiempo, el mercedario fray Juan Cebrián era el arzobispo de Zaragoza, y el edificio del Arzobispado se encuentra justo frente al convento de san Lázaro. Es el lugar donde se alojaba el rey Felipe IV en su estancia en Zaragoza junto a su hijo el príncipe Baltasar Carlos, que falleció durante su estancia, y cuya comitiva fúnebre se aprecia en el lienzo. Precisamente el arzobispo Cebrián costeó el gasto del traslado de la comitiva hasta El Escorial para el entierro del príncipe. Revisando el cuadro pude identificar, como se aprecia en la imagen, al arzobispo fray Juan Cebrián de luto con el escudo mercedario en su pecho, junto a otro personaje que se parece a Velázquez, suegro de Martínez Mazo. También se aprecia el parecido con su retrato del Museo Diocesano.

 


 



 



[1] Fray Diego MURILLO, Fundación milagrosa de la capilla angélica y apostólica de la Madre de Dios del Pilar y Excelencias de la Imperial Ciudad de Zaragoza, Barcelona, Sebastián Mateuad, 1616, pp. 316-319, p. 316.

[2] María Pilar SAURA PÉREZ, Fray Juan de Molina y Entrena Venerable Mercedario (1579-1652) Camino de Santidad. Madrid, M. P. Saura, 2015. https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=743973

Saura Pérez, María Pilar. El venerable fray juan de molina y entrena. Colección familia mercedaria nº 51 de 2016. https://www.mercedaragon.org/wp-content/uploads/2021/01/n-51-juan-de-molina-y-entrena.pdf

[3] © Archivo Monasterio Santa María del Puig, por el mercedario Fr. Ramón Lisbona, "Vista del Real Convento de San Lázaro tomada desde el Puente de Piedra viniendo de Zaragoza", 1835 (5 de julio), medida: 41x30 centímetros. Al dibujo, partido en tres piezas, le falta la parte inferior derecha.

[4] Garí y Siumell, Fray J. A. (1875). Biblioteca Mercedaria: o sea Escritores de la celeste, real y militar Orden de la Merced, Redención de Cautivos. Barcelona: Herederos Viuda Pla, pp. 187-188.

[5] Fray Francisco NEYLA, Gloriosa Fecundidad de María en el campo de la Católica Iglesia descripción de las excelencias e Ilustres hijos del Real Convento de San Lázaro de la Ciudad de Zaragoza del Real y Militar Orden de nuestra Señora de la Merced Redención de Cautivos. Resume la obra Fr. Antonio Bernal del Corral, Barcelona, Rafael Figuero, 1698.

https://books.google.es/books?id=HC1etyQbYKIC&printsec=frontcover&dq=gloriosa+fecundidad+neyla&hl=es-419&sa=X&ved=0ahUKEwihqMO59ZfMAhVH7hoKHaUqBuQQ6AEIHDAA#v=onepage&q=gloriosa%20fecundidad%20neyla&f=false

[6]  Faci, Fray R. A. (1739). Aragón Reyno de Christo y Dote de María Santísima. Zaragoza: Joseph Fort.

[7] Fray Guillermo VÁZQUEZ, "Algunos detalles de nuestra indumentaria", Boletín de la Orden de la Merced, enero-febrero 1929, pp. 10-14.

[8] González Gordo, Isaac, 20 diciembre 2012, Memoria: “Proceso de conservación y restauración del lienzo de Juan de Molina y Entrena: Ermita de Santa Ana (Carenas)”. 42 páginas.

[9] Archivo parroquial de Carenas, depositado en los Archivos Diocesanos del Obispado de Tarazona: Quinque Libri, Tomo 1º (Signatura 073: 5, 1-1), Sección Bautizados, folio 194, 28 de octubre de 1579. Bautismo de Juan de Molina y Entrena.

[10] Un grupo numeroso de mercedarios nacidos en Carenas, entre los que destacó fray Juan de Molina, vistió el hábito o profesó en el convento mercedario de San Agustín de Calatayud. Entre ellos figuran hasta 1692: fray Joseph Abad (catedrático en la Universidad de Huesca, ciudad en la que fundó la Escuela de Cristo), fray Sebastián Molina (fue rector del Colegio de Huesca y comendador del convento de El Olivar), fray Francisco Higueras (fue comendador en Tarazona, en Calatayud y en Zaragoza), fray Miguel Urrea (fue comendador de Uncastillo, de El Olivar y Barbastro), fray Raimundo Abad (fue Comendador de El Olivar). Otros frailes mercedarios de Carenas fueron fray Agustín Genzor (nombrado predicador en Calatayud en 1703), fray Felipe Romero Abad (rector del Colegio de Huesca y comendador en Zaragoza) y fray Antonio Lafuente (fue el segundo comendador de la Merced restaurada en el Monasterio de El Olivar, donde murió en 1884).

[12] Luque Carrillo, Juan y Saura Pérez, María Pilar. El “Capitán Divino” de Fray Juan de Molina en la catedral de Córdoba: Estudio histórico de una devoción cristífera. Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, 2018. https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=734786

 [13] José FERNÁNDEZ LÓPEZ, Programas iconográficos de la pintura barroca sevillana del siglo XVII, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Segunda edición 2002, p. 267. Este autor incluye el texto del contrato que realiza Zurbarán con Fr. Juan de Herrera, comendador de La Merced en Sevilla el 29 de agosto de 1628, por una colección de 22 cuadros, por un precio de dos mil ducados. Le ayudó el pintor Francisco Reina. Más adelante los mercedarios encargaron otra serie de cuadros de doctores de la Orden de la Merced.

[14] Martínez del Mazo, Juan Bautista. Vista de Zaragoza. 1647. Óleo sobre lienzo, 181 x 331 cm. Museo del Prado. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/vista-de-zaragoza/42f710b7-b3e1-4a51-90f0-e02b7acccf7c




© María Pilar Saura Pérez del texto e imágenes, salvo las facilitadas por diversas instituciones. Obra realizada sin ánimo de lucro para la divulgación histórica y devocional mercedaria.



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El pintor mercedario fray Agustín Leonardo (1591-1641): Arte inspirado en la devoción En este primer capítulo incluyo una dedicatoria, un ín...