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lunes, 26 de mayo de 2025

CAPÍTULO 4. FRAY AGUSTÍN LEONARDO EN LOS CONVENTOS DE VALENCIA EN 1620 Y SU FACETA DE POETA EN UN CERTAMEN DE 1621

 Fray Agustín Leonardo en los conventos de Valencia en 1620


En las siguientes imágenes se aprecia el Real Convento de Nuestra Señora de los Ángeles del Puig [1] en unas vistas antiguas, facilitadas por fray Manuel Anglés Herrero de la Orden de la Merced, y una reciente, junto a otra imagen del claustro actual. Allí tuvo que estar algunos días fray Juan de Molina, y también en el Real Convento de Nuestra Señora de la Merced de Valencia, tras regresar de su redención en Argel, que concluyó con la procesión en Valencia. Sobre El Puig de Santa María es digno de admiración el estudio de Javier Domínguez[2] sobre arquitectura y su historia. El Real Monasterio Padres Mercedarios del Puig de Santa María del Puig (Valencia), fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1969 (Bien de Interés Cultural).

 





 


                                                Altar Mayor del Monasterio de El Puig

presidido por la Virgen de Santa María del Puig


 

 


 

Además del Monasterio situado en El Puig, el antiguo Convento de la Merced, edificado en 1668, estuvo ubicado en el centro de la ciudad junto a la plaza del Mercado de Valencia, y sufrió los efectos de la desamortización. El convento y su Iglesia fueron derribados en el siglo XIX. El padre Tomás Vicente Tosca[3] dibujó el convento en 1704, tal como se aprecia a continuación en un plano de Valencia.


 


 

 

Los cuatro cuadros desaparecidos de fray Agustín Leonardo

Los cuatro cuadros desaparecidos de fray Agustín Leonardo que estaban en El Puig figuran en el Diccionario Histórico de Ceán Bermúdez[4] publicado en 1800. Los cuatro cuadros de fray Agustín Leonardo que estaban en el Puig están desaparecidos, pero en el periodo que el fraile y pintor estuvo en el Monasterio mercedario, según me explica el mercedario fray Manuel Anglés, existían unos relieves en su antiguo retablo (1609), destruido en la guerra en febrero de 1936. Dichos relieves, cuyas imágenes me facilita el padre Anglés, recogen escenas de: “La batalla del Puig” (San Jorge porta el banderín y el caballero se supone el rey Jaime I o su tío Bernardo de Guillén de Entenza, puesto que el rey no estuvo en la batalla), “El asedio de Valencia”, “La capitulación del rey Zayan ante Jaime I y la entrega de las llaves” y “La entrada triunfal de Jaime I en Valencia”. Estos relieves pudieron inspirar a fray Agustín Leonardo en la realización de tres de sus cuadros sobre las gestas de Jaime I en el Puig.

Según José Vicente Ortí[5] fray Agustín Leonardo, al que se refiere como lego por error, se encontraba en 1620 en el convento de Nuestra Señora del Puig, próximo a Valencia, donde pintó cuatro cuadros cuyos asuntos eran el hallazgo de la Virgen del Puig, el asedio de Valencia por el rey don Jaime, la rendición de la ciudad a los cristianos y la batalla ocurrida en las proximidades del Puig, con la aparición de san Jorge. El mercedario fray Raymundo Joseph Rebollida, que era Catedrático de Retórica de la Universidad de Valencia, le dedicó una décima como se aprecia en la imagen.

 




 

«Quatre Quadros, en que está /De sent Jordi la presencia, / Seti, è presa de Valencia, / E la Verge del Puig và / En andes, son de una má;/ Que un Frare de la Mercé / Efigiar en ells sabe / Pera qui no sap llegar / Com lo Moro va futgir, / Y en fi à Valencia perdè»


La Décima del Padre Rebollida, traducida por fray Manuel Anglés, indica:

 Cuatro cuadros, en que están

de san Jorge la presencia

sitio, y captura de Valencia

y la Virgen del Puig va

en andas, son de una mano (un artista)

que un fraile de la Merced

figurarlas en ellos supo

para que el que no sepa leer

como el moro huyó

y al final Valencia perdió.

 

A continuación figuran los cuadros y alguna referencia o fuente de inspiración (los relieves)

1. Hallazgo de la Virgen del Puche. En este caso incluyo como referencia un cuadro sobre el mismo tema que se encuentra en el convento Carmelita (antes Mercedario) de Ronda (Málaga) y que el padre Devesa atribuye a fray Agustín Leonardo como se explica en el capítulo 10.

 


2. Sitio de Valencia por el Rey Don Jaime. Podría inspirarse en el relieve mencionado “El asedio de Valencia”.

 


3. Entrega de la Ciudad de Valencia. Podría inspirarse en los relieves mencionados “La capitulación del rey Zayan ante Jaime I y la entrega de las llaves” y “La entrada triunfal de Jaime I en Valencia”.

 




4. Batalla cercanías del Puche contra los Moros y la aparición de San Jorge a favor de los cristianos. Podría inspirarse en el relieve mencionado “La batalla del Puig”.

 


 

Ortí describe cómo era Valencia con un plano antiguo y sus conventos, destacando  el convento de la Merced de Valencia e incluye un dibujo de su altar mayor, se adornó la fachada con los cuatro cuadros de Leonardo que se llevaron desde El Puig. En la imagen se simula cómo quedarían los cuadros de fray Agustín Leonardo a los lados del altar mayor.




 La faceta de poeta de fray Agustín Leonardo en un certamen de 1621

El padre Luis Vázquez[6] estudió entre las poesías mercedarias olvidadas de los siglos XVII y XVIII los poemas que publicó fray Agustín Leonardo de Selma en Valencia en 1621. Señala Vázquez como en vísperas de la canonización de Santa Teresa de Jesús -un año antes, 28 de octubre de 1621- se celebra en Valencia un certamen poético en honor de la santa reformadora del Carmelo. Lo organiza fray Manuel Mendoza[7], sacristán mayor del Carmen Descalzo de Valencia y portugués de origen. Este carmelita portugués había prometido a la santa celebrar su fiesta cada año, en agradecimiento por haberle curado de una grave enfermedad. En el año de 1621 le ofrece las poesías de la justa poética “por ser música de las almas”. En la imagen se aprecia la portada del libro con los poemas.




 

Fray Agustín Leonardo de Selma, mercedario, se presenta a los tres certámenes:

Primer certamen. Presentó cuatro octavas sobre “la herida gustosa y dolorosa que el Serafín causó en el corazón de nuestra Santa Madre como el dardo de oro, en cuya punta yva una llama de fuego”. La creación poética del mercedario está recogida en la obra conmemorativa, aunque no se llevó uno de los tres primeros premios, que eran una taza de plata, un Agnus Dei (reliquia muy estimada por ser bendecida por el Papa) engastado en oro y unos guantes de ámbar (eran de piel perfumada con ámbar gris o almizcle importadas de Oriente y de gran valor). Los premios correspondieron a Francisco Aguilar, Mosén Rastrojo y Luis Cavaller.

A LA SANTA MADRE TERESA DE JESÚS

Al blanco pecho de la Virgen tira

con dardo de oro un Serafín ardiente:

la llama imprime que contento mira,

haciendo blanco el corazón valiente.

Y cuando el fuego el alma se retira

(centro del gusto que en el alma siente)

vida le da, que es cosa conocida

que los que hiere amor son los de vida.

 

Acierta el tiro el cazador certero,

a la cierva real atravesando:

penetra el dardo por amor ligero

entrañas que la llama va abrasando.

Cual zarza do está Dios se muestra entero,

ardiendo el corazón, lenguas a la fama,

el tiro, el dardo, el Serafín, la llama.

(falta una línea)

 

Con cinco llagas abre cinco puertas,

como con cinco llagas principales

en Francisco Dios mismo, porque abiertas

de su gran celsitud muestra señales.

En vos, Teresa santa, son tan ciertas

las prendas soberanas celestiales,

que abriendo el cofre donde él mismo cabe,

le sirve el dardo de dorada llave.

 

De la florida Tempe desterrado

el primer transgresor, ocupó luego

la entrada un Querubín, determinado

a defenderla en espada y fuego.

Por Querubín un Serafín alado

con flamígero rayo en vez de ruego

sin duda que defiende y amplifica

deste jardín de Dios la entrada rica.

 

Segundo certamen. Cuatro décimas al “desposorio de la gloriosa Santa con Jesucristo, y al clavo que le dio en arras”, anécdota que aparece en su Vida, capítulo 39 de las ediciones modernas. Los premios fueron: una sortija de oro, que correspondió a Marco Antonio Orti, el segundo premio fue un espejo veneciano que le tocó a fray Agustín Leonardo de Selma y otro bolsillo de ámbar, que concedieron a Agustín de Agramunt. En este poema el seudónimo usado por el mercedario era Gonzales. Al citarlo como ganador se refieren el Presentado Gonzales.

AL MISMO SUJETO

La gran madre, que fue madre

de tantos grandes del cielo

se ha desposado en el suelo

con el que es de tantos Padre:

y para que a su honor cuadre

el esposo que ha tomado,

por la Iglesia ha declarado

que aunque es Padre poderoso

es de las almas esposo

 y de la suya el velado.

 

Desposorio singular

es el que ordena Teresa,

pues no repara en riqueza

quien tanto tiene que dar.

Tan pobre quiere quedar

que no se le da un ochavo

quedarse con solo un clavo,

clavo que a todo remate,

pues fue de un mundo el rescate,

vale más que el mundo esclavo.

 

Un clavo por arras tiene

la gallarda desposada,

prenda de su prenda amada,

y la que más le conviene.

Con él su esposo previene

la firmeza en fe y en obra,

pues en la esposa que cobra,

cuando en su amor la confirme,

para que se muestre firme

solo este clavo le sobra.

 

Cuatro clavos y un madero

tiene el esposo en su tienda

(pobre caudal), aunque hacienda

de un hijo de un carpintero,

señal de amor verdadero

fue dar la prenda tan dichosa,

pues en ocasión forzosa

habiendo de trabajar

o clavo le ha de faltar,

o ha de pedille a su esposa.

 

Tercer certamen. Era condición para optar a este certamen hacer un romance referido a “el favor señalado que la Virgen María hizo a la Religión del Carmen dando un escapulario al santo Simón Estoch”. Constaría de 25 cuartetos, siendo los premios: una banda de plumas de oro, unas ligas y un regalo de dulce. Fray Agustín Leonardo de Selma no se llevó un premio pero fue finalista. Este es su romance.

Al favor señalado que hizo la Virgen al santo Simon Estoch

Al Carmen, que es Carmen suyo,

bajó a recrearse Dios,

viendo que en él nada falta

de gusto y recreación.

Gozó de las flores bellas,

Cuyo trascendente olor

al cielo sirvió de fruto

y al suelo de admiración.

Y como en aquel antiguo

Carmelo, plantas crió,

las más bellas y lucidas

que con sus ojos él vio.

Testigos pueden ser desto

aquellos Profetas dos,

el heredero del manto

y el divino celador.

En este Carmen celeste

plantas puso y plantas dio

muy parecidas a aquellas

en virtud y estimación.

Frutos que llevó el Carmelo

siempre el Carmen los llevó,

que el Sol que produjo aquéllos

a éstos otros dio sazón.

Al verde monte alegraban

al silguero y ruiseñor,

como maestros de capilla

 del volátil escuadrón.

Y así por tan deleitoso

al cielo le comparó

el espíritu divino

por la profética voz.

En este Carmen sagrado

de esta ilustre Religión

miro la gloria eminente

de su hermoso resplandor.

Silgueros en ella cantan

que en el Carmen del Señor,

pues evangelizan siempre,

silgueros del cielo son.

No falta en ella una fuente

siempre llena de licor

de la gracia con que a todos

nos baña su intercesión.

Aquí donde bulle y salta

desde el hisopo menor

hasta el cedro más gigante,

han probado su valor.

Probóle principalmente

el santo Simón Estoch,

a quien por planta escogida

Dios en su Carmen plantó.

Orando estaba una noche

cuando bañado se vio

de su luz, de su hermosura,

de su gloria y resplandor.

Habló la Virgen al santo,

Estuvo atento Simón:

que a voces que son del cielo

siempre lo estuvo el que oró.

Simón, a este estoque fino

 un escudo le faltó:

 aquí le traigo, recibe

 de mi mano este blasón.

Embrazadle tú y los tuyos,

venceréis al que venció

tantas almas por engaño,

por cautela, por traición.

Dijo: y un escapulario

(pardo y honesto color)

descogió (desplegó) en manos del santo,

que el favor agradeció,

con lágrimas, con ternuras,

con humilde devoción,

que este estilo es de los santos

el más corriente y mejor.

Temerario fuera agora

el buzano (buzo) más veloz,

que en el abismo tan profundo

buscara ponderación.

Hícaro fuera atrevido,

y no lo quiero ser yo,

donde aunque brinden las alas

no puedo hacer razón.

Quisiera contar del Carmen

con un Carmen superior

las grandezas, los blasones,

las ventajas, el favor,

con que el cielo a manos llenas

su Carmen enriqueció,

mas siendo Carmen y suyo,

qué ponderación mayor?

Descansad vos, pluma mía,

no tiréis al premio, no,

que pedir lo que no es vuestro

no es justicia, si es error.

 

Vicente Esquerdo, en el Vexamen (el veredicto de la justa poética) se refiere al fraile mercedario, bajo el seudónimo de Gonzáles, poniendo en evidencia sus características de estilo, sus valores, pero también sus puntos flacos y criticables. Con todo, fue uno de los poemas premiados y del que se recogieron los demás poemas en la obra impresa. El secretario del certamen indicó que fray Agustín residía en el Puig.

En ese año de 1621 fray Agustín Leonardo, que tiene 30 años, usa ese segundo apellido de Selma que también utilizó al profesar en Zaragoza en 1610 y desconocemos la razón. Figura en el certamen con la categoría de Presentado y residente en el convento de El Puig. Respecto al seudónimo de Gonzales parece que Lope de Vega utilizó el seudónimo Gonzalez[8] en la justa anterior de 1614 con motivo de la beatificación de la santa. Quizás se trata de un guiño de admiración de fray Agustín a Lope de Vega.

 

El Vexamen en lo que atañe a fray Agustín Leonardo de Selma fue el siguiente:

Fray Gonzáles, Presentado

de la Orden de la Merced,

desde el Puich nos ha enviado

tres papeles, y con sed

de los premios ha llegado.

A los valientes aceros

de nuestros predicadores

les quiso llamar parleros,

y encubriendo estos rigores

les dio el nombre de silgueros.

Y quien tan extraordinario

nombre al buen predicador

le da más es temerario

mercenario agricultor

que no fraile mercedario.

 

Está claro que le ensalzan como predicador, lo de mercenario agricultor, creo que se refiere porque habla mucho de plantas y árboles en sus poemas.

Resume o concluye Vázquez :“que de los 31 poetas que concurren a estas Justas poéticas de Valencia, fray Agustín Leonardo de Selma figura en buen lugar. Sus versos son buenos, y merece ser destacado entre nosotros. Sin duda es uno de los poetas que tenemos que añadir a la ya larga lista de poetas mercedarios del siglo XVII. Los poemas en honor a Santa Teresa y Simón Estoch están recogidos en el Memorial de dichas fiestas, publicado en Valencia al año siguiente, 1622”.




[1] Fr. Francisco BOYL, N. S. del Puche: cámara angelical de Maria Santissima, Patrona de la insigne ciudad, y Reyno de Valencia, monasterio Real del Orden de Redentores de Nuestra S. de la Merced, fundación de los Reyes de Aragón, Valencia, Silvestre Esparsa, 1631. En este libro de la época del padre Molina se describe el Monasterio y la aparición de la Virgen.

[2] Javier DOMINGUEZ, El Puig de Santa María: Aproximación Histórica y Valoración Crítica, Valencia, M. Selvi, 1992.

Ver en la siguiente web mucha información e imágenes del Monasterio de El Puig:  http://www.jdiezarnal.com/monasterioelpuig.html

[3] https://sites.google.com/site/gojosdevalencia/vcia.convento%20merced%20plano.jpg.

[4] Ceán Bermúdez, Juan Agustín. Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España / compuesto por D. Juan Agustin Cean Bermudez y publicado por la Real Academia de S. Fernando. 1800, Viuda de Ibarra.

[5]  Ortí, José Vicente. Fiestas centenarias, con que la insigne, noble, leal y coronada ciudad de Valencia celebró en el día 9 de octubre de 1738. La Quinta Centuria de su Christiana conquista, en Valencia, 1740, p. 168. 

[6] Vázquez, Luis, “Poesía Mercedaria olvidada: siglos XVII y XVIII”. Revista Estudios, Padres Mercedarios, número 148-151, Madrid, 1985, pp. 297-309. Figura la referencia a fray Agustín Leonardo de Selma en “Poetas mercedarios en la ciudad del Turia” pp. 303-309.

[7] Mendoza, fray Manuel. Fiestas qve el convento de nuestra Señora del Carmen de Valencia hizo a nuestra Santa Madre Teresa de Iesus a 28 de Octubre 1621 por el padre fray Manuel Mendoça. En Valencia: por Felipe Mey, 1622.

[8] Rio Parra, Elena del, “González es mi nombre”: Poemas desconocidos de Lope de Vega en un certamen poético (1614), Revista de Filología Española, vol. LXXIX, nº 3/4 (1999), pp. 329-344. La autora analiza varios poemas bajo el pseudónimo de “Gonzalez el estudiante” que atribuye a Lope de Vega, que actuó como juez en dicho certamen.


 

 © María Pilar Saura Pérez del texto e imágenes, salvo las facilitadas por diversas instituciones. Obra realizada sin ánimo de lucro para la divulgación histórica y devocional mercedaria.


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